miércoles, 5 de noviembre de 2014

BIOSFERA VERSUS MEDIO AMBIENTE


Los grandes ideales y experiencias sobre los que se levantó la sociedad industrial de siglos pasados se han ido transformando en proyectos conservacionistas.  El desarrollo de determinados campos  del conocimiento científico ha establecido nuevas líneas de pensamiento capaces de asumir y paliar las contradicciones del desarrollo humano.

Aparece un nuevo orden y modelo social y económico que en vez de tomar como objetivo el crecimiento indefinido, toma buena nota de las características del entorno para construir formas de vida estables. Un orden que en lugar de alentar a cada individuo y a cada Estado a acumulación y consumo desmedido, individualmente mezquino y colectivamente suicida, los oriente por caminos menos depredadores, más creativos y moralmente gratificantes. Un orden que tome como objetivo material su inserción equilibrada en el medio y  la  consecución de las necesidades vitales de los hombres.

Ahora se da la paradoja de que la ciencia se ocupa de predecir el rápido deterioro de las condiciones de habitabilidad de la Tierra que la ciencia misma ha propiciado con la tecnología y las soluciones técnicas parcelarias en lugar de enfrentarse a un conocimiento científico unitario.

Aparece así un enfrentamiento entre los términos economía y ecología. Para el primero de ellos la idea de naturaleza no es otra cosa que el “medio ambiente” que rodea al hombre y cuya calidad se puede mantener a base de paliar algunos de los impactos más negativos que se derivan de su uso. Para el segundo, la naturaleza es la “biosfera” en la que el hombre se considera integrado para lograr modelos más estables y sostenibles.

Las actuaciones concretas se mueven entre los extremos de estos dos modelos. El primero se considera socialmente realista, como reflejo del statu quo actual. Pero visto desde el ángulo de la racionalidad científica, este modelo es cada vez más inviable. El segundo de estos modelos, más realista desde el punto de vista científico, y más acorde con los valores vitales humanos requiere, sin embargo, una modificación social e institucional vigente que tendría que enfrentar un muro de intereses bien atrincherado en posiciones de privilegio.
La crisis de la sociedad industrial  y de su modelo de gestión está llamada a evolucionar  en esta realidad paradójica  con el enfrentamiento entre un realismo social y un realismo científico, entre un mundo industrial y unos modos depredadores e insolidarios a un sentir cada vez más ecologista.

La superación de estas contradicciones supone, no solo modificar la idea que se tiene de la Tierra, sino, también, del Hombre. No solo de la Naturaleza, sino también, de la Naturaleza Humana. Si admitimos que los hombres son “malvados e insolidarios”, ” las leyes están obligadas a suponerlos mejores de lo que son” a fin de elevar el listón moral de su comportamiento.

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